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Luis Santiago y muchos más

viernes, 7 de mayo de 2010

Luis Santiago y muchos más

Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co

La noticia de la muerte del niño de 11 meses, Luis Santiago, nos conmovió hasta lo más profundo de nuestros sentimientos humanos y cristianos y ¡qué tal si no! Sólo esa falta de reacción sería peor que la misma orden de desaparecer al niño, dada por su propio padre y ejecutada cruelmente por 500.000 pesos colombianos. Sí, esta muerte de un ser humano inocente, de un niño, conmovió al país y despertó un verdadero y noble sentimiento de rechazo y, al mismo tiempo, de solidaridad para muchos. De verdadera compasión, quizás no para tantos. Atentado contra la Nación la llamó el Presidente de la República; crimen contra la humanidad la denominaron muchos periodistas y muchos conciudadanos, y son justos calificativos a tan abominable actuación.
Pero, ¡qué volubles son los sentimientos y los conceptos de los hombres, incluyendo los de aquellos que consideramos “cultos” y que orientan la opinión pública o determinan las leyes que nos rigen! Esos centenares o miles de personas que condenaban el cruel episodio, son las mismas que con ardentía defienden y aprueban que se imponga legalmente el aborto y que, además, consideran que es señal de “civilización” permitir el asesinato de niños aún no nacidos, porque su llegada fue no deseada o fue inoportuna, porque ponen en peligro el bienestar de la madre, o porque padecen anomalías, etc.
Dirán: es por las circunstancias que rodean el asesinato de Luis Santiago. Las circunstancias de esta muerte no son muy diferentes de las vividas en los casos de aborto voluntario. Veamos: en ambos casos la víctima es un ser de la especie humana, inocente e indefenso, cuyo padre o, más cruel aún, cuya madre, o ambos, deciden consciente y fríamente que hay que “desaparecerlo”, es decir, hay que quitarle la vida; en ambos casos se paga al verdugo o sicario para que ejecute limpiamente la muerte de la criatura -y pagan menos que al verdugo de Luis Santiago, al ejecutor del aborto-. Lo único diferente, pero que no atenúa la responsabilidad ética, es que la madre no conoce aún el rostro del niño, pero sabe con certeza que es su hijo y que vive en su propio vientre, donde debería encontrar condiciones de vida y no sentencias de muerte.
Otra diferencia: en el asesinato de Luis Santiago hubo oportunidad para que los medios de comunicación ostentaran su capacidad de informar en directo, de proclamar su repudio a un acto tan atroz y repugnante, hubo oportunidad de expresar sentimientos de solidaridad, de mostrar pancartas, etc. En los casos de aborto voluntario, se ostenta el “espíritu de progreso” -¿es progreso asesinar seres humanos inocentes?-, la inadecuada tolerancia con actos inhumanos en nombre de una sociedad pluralista.
A guisa de conclusión: Asesinar niños, seres humanos, es tan grave éticamente, si se lleva a cabo a los 11 meses de nacido como ocurrió con Luis Santiago, como a las 11 semanas o a cualquier otra edad de gestación del aún no nacido, como ocurre en los abortos voluntarios.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

http://www.periodicoelpulso.com/html/0811nov/opinion/opinion.htm

Nota

Este es un espacio para compartir información, la mayoria de los materiales no son de mi autoria, se sugiere por tanto citar la fuente original. Gracias

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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