Buscar

La “interrupción del embarazo”: una falacia

viernes, 7 de mayo de 2010

La “interrupción del embarazo”: una falacia

Mario Montoya Toro, MD - elpulso@elhospital.org.co

La noticia de que ciertos gobiernos en países en los cuales está aprobado el aborto (pero con limitaciones, por ejemplo una que se refiere a la edad del embarazo) están estimulando en forma subrepticia la realización de abortos por fuera de lo que la propia legislación prescribe, ha puesto de nuevo sobre el tapete este tema candente y siempre actual de la destrucción de la vida humana antes de que el niño llegue a nacer.
Esto, unido al hecho de que utilizando un malabarismo semántico se trate de cambiar ahora la denominación del aborto, como si con esto se quitara la gravedad de este crimen, indica que la humanidad va siempre siguiendo una línea de escapatoria antes que afrontar responsabilidades.
En una reciente entrevista, el filósofo Julián Marías decía que es una refinada hipocresía llamar al aborto “interrupción del embarazo”, y agregaba que sería como si hoy en día se dijera que a un determinado individuo no lo condenaron a muerte en la horca, sino a una interrupción temporal de la respiración.
La magnitud del problema está creciendo día a día, y parece que no se tardará mucho para superar la cifra de 100 millones de abortos en el mundo.
Frente a esto hay que subrayar una vez más, que el aborto es un crimen contra la humanidad y no sólo contra la criatura que es víctima directa de él. No hay siquiera que recurrir a razones religiosas para plantear esto, sino que basta con ver los argumentos que desde el punto de vista antropológico pueden presentarse para combatir esta práctica horrible que debería llenar de vergüenza a la humanidad. Ni los animales más feroces comparten este comportamiento del hombre, como única especie que destruye a sus crías antes de que nazcan.
Y lo peor es que día a día nos hacemos más insensibles ante esta realidad monstruosa. Alguien decía acertadamente que si tuviéramos la oportunidad de escuchar los clamores de estos niños que no han nacido y que están suplicando que se les perdone la vida, ya que han sido sentenciados injustamente a muerte, nos llenaríamos de terror. Pero no es así: Parecería como que nuestras conciencias se estuvieran endureciendo y estuviéramos aceptando como normal y legítimo lo que no lo es.
En días pasados y ante la pregunta de un periodista a un Cardenal colombiano, de los genocidios que ocurren en nuestro país y en muchos otros países, y sobre los cuales las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se pronuncian, según del lado que sean los sacrificados, el prelado le respondió no sin un cierto grado de ironía: “No conozco ninguna protesta ni denuncia de las ONG sobre el genocidio tremendo que se produce todos los días en el mundo con el aborto”. Una vez más, la hipocresía se impone en el manejo de estas situaciones. Como cuando se afirma que el feto no es más que una parte del cuerpo de la mujer, o sea de la madre, afirmación científicamente insostenible, puesto que es claro que el feto depende de la madre para su desarrollo, pero en ningún momento forma parte de ese cuerpo. Está en el cuerpo de la madre, pero no es el cuerpo de la madre en ninguna de sus partes.
Y todo esto sin tener en cuenta el peligro y los perjuicios que para las mujeres representa el aborto. Estudios serios hechos en Alemania, Finlandia y otros países, sobre todo europeos, han demostrado no sólo los efectos sicológicos terribles que produce en la mujer el sentido de culpa después de que le fue practicado el aborto aceptado o solicitado por ella misma, sino también los peligros reales que para la madre representa. En estos estudios comparativos entre las mujeres que tienen un embarazo normal y que llegó a término y otras que abortaron, hay datos como los siguientes, citados por el doctor Oscar Fernández Espinosa de los Monteros, en un artículo titulado “El aborto: Mitos y realidades”: Las mujeres que abortaron en el año previo a su muerte fueron 60% más propensas a morir por causas naturales, siete veces más tendientes al suicidio, cuatro más propensas a morir en accidentes, y catorce veces más propensas a ser víctimas de un homicidio. En ese mismo artículo se cita uno del doctor David C. Reardon, quién realizó la investigación en Finlandia y se dice que el doctor aseguró: “A las mujeres se les oculta esto. Nadie les dice que dar a luz mejora la salud femenina, no sólo en comparación con las que han abortado sino con las que no han resultado embarazadas”. Y agregó: “Si los que promueven el aborto son en realidad gente pro-opción, permitirían que las mujeres conocieran los riesgos reales del aborto”.
Estamos pues, en esto del aborto, frente a una moral acomodaticia de parte de quienes son sus promotores.

Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

http://www.periodicoelpulso.com/html/ene05/opinion/opinion.htm

Nota

Este es un espacio para compartir información, la mayoria de los materiales no son de mi autoria, se sugiere por tanto citar la fuente original. Gracias

Perfil

Mi foto
Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

contador gratis