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Por qué no votaría por Mockus

martes, 13 de abril de 2010

Cordial Saludo

 

Además de su mala formula a la vicepresidencia (Fajardo);  y del Parkinson que Mockus ha reconocido tener, hay otras razones por las cuáles no votaría por él, y son justo las que expone el Dr. Carlos Gómez Fajardo, en este excelente artículo que les anexo (abajo).

Por cierto, quiero llamar la atención sobre el Parkinson, siguiendo los comentarios del ex ministro Fernando Londoño, porque si bien es cierto que es inicial, debería preguntársele a los neurólogos, si el mejor tratamiento para un paciente con esta enfermedad, es someterlo a grandes presiones emocionales, intelectuales y físicas, como las tiene un presidente. Desde mi ignorancia, creo que no, especialmente por personas que han dado testimonio público, donde el medicamento actúa bien solo por un tiempo y se recomienda la mayor tranquilidad.

Tenemos que ser conscientes que la Presidencia de Colombia es una de las más difíciles del mundo, por sus problemáticas, así que el desgaste es muy grande. Por tanto, no podemos pensar en un diagnostico de ahora, cuando se tiene una relativa calma… la pregunta es, de aquí a unos seis meses como estará? Y en caso de que su salud se deteriore ¿quienes serán su grupo de apoyo para gobernar?...mmm, será que Sergio Fajardo no sabia con anterioridad de este Parkinson?

Ojalá que los colombianos seamos menos pasionales y hagamos una buena elección, hay que participar y acudir a varios criterios (temas de Seguridad, Economía, Relaciones Internacionales, y Salud, parecen ser los más urgentes), sobre todo cuando éticamente, ninguno de los candidatos es confiable.

 

Saludos,

Beatriz Campillo

Politóloga

 
 
Vestigium
Los políticos convencionales
Carlos Alberto Gomez Fajardo
 
Como un lugar común, el político suele promocionar su imagen de "muy interesante" mediante el expediente de apelar a los sentimientos y no a la razón. Así obtiene con facilidad los votos de la muchedumbre. Las incoherencias colosales en que incurre deben ser miradas a la luz de un discernimiento racional; puede así demostrarse la triste superficialidad y veleidad de las masas que los eligen.
Mockus es un político rigurosamente convencional en este sentido. Es otro demagogo. Ha pretendido, mediante acciones que en su momento fueron repetidas centenares de veces por los medios masivos de comunicación y con simples -y a la vez elaborados- procesos propagandísticos, obtener un puesto en el sentimiento de sus electores; ha pretendido la novedad, pero en realidad, ha repetido consignas de larga costumbre. Es difícil, en el panorama de los políticos, encontrar alguno que no piense y predique de sí mismo que es "transparente" y que su nombre no signifique algo diferente a "renovación", "pulcritud" y "honestidad". También, como máquinas, se repiten los argumentos de la eficiencia, la citada y abstracta "transparencia", el respeto, la convivencia ciudadana, la "construcción de país", y tantas otras… Pocas ideas más convencionales y vacías pueden observarse a lo largo del tiempo, especialmente en meses de mayor puja electoral. Ahora a ellas acuden los poco originales "verdes" en este caleidoscopio de colores sin sentido.
Hay tres hechos ciertos que pertenecen a la hoja de vida de Mockus, a su biografía; no son cuestiones de opinión. Son hechos que han sucedido, y cada uno de ellos representa momentos cruciales en los procesos publicitarios de su carrera política. Es menester recordarlos para el lector que internamente tenga interés en indagar sobre las calidades humanas e intelectuales de quienes se hallan en este forcejeo político, los enumeramos:
1. Siendo un personaje relativamente desconocido ante el nivel nacional -funcionario de alto rango de una institución educativa- acude a un gesto inédito en la realidad: con obscenidad y grosería de las que no existían precedentes en la historia de Colombia, el "pedagogo" logra convertirse en centro de la difusión mediática.
Pocos meses más tarde ocurre que las gentes pretenden tratar aquello como si hubiese sido una especie de travesura cometida por un niño genio a quien todo se le permite, se le disculpa y se olvida.
2. Se casa en un circo. De modo simbólico con este espectáculo no solamente manifiesta sus propios sentimientos y convicciones sobre el matrimonio, sino que de paso reduce a acto de pista circense uno de los hechos que mayor relevancia y sentido pueden tener para millones de parejas de colombianos. No en vano muchos compatriotas, aunque abunden los chistes mediocres, en realidad, han tratado de vivir y entender el tema de la unión matrimonial y de la constitución y crecimiento de la familia, como algo de la más profunda seriedad y exigencia de esfuerzo y compromiso existencial.
3. Ante las cámaras –siempre las cámaras- quien da lecciones sobre convivencia ciudadana arroja el vaso con agua -en gesto desafiante y también obsceno- a la cara de su oponente en el campo de las ideas políticas: esta acción violenta, como las anteriores, recibe el mismo generoso e indulgente tratamiento mediático.
Aquellos son tres hechos: la memoria del electorado podría borrarlos si sus móviles fueran sólo la superficialidad y la veleidad en la participación del proceso electoral. Pero si persiste un poco de capacidad de discernimiento racional, puede constatarse la gravedad de la paradoja: quien se presenta como un pedagogo del respeto lo ha hecho a partir de la violencia de sus propios gestos como personaje público.
Esto es maquiavelismo político; manipulación mediática. Del modo más convencional y repetido, Colombia está ahora ante una persona que tiene las máximas ambiciones políticas, pero que en realidad ha sabido llegar –calculadamente, hábilmente- al escenario público del modo convencional: como si el fin justificara los medios. Otro político convencional, de la criticada vieja guardia que él mismo considera superar.
 

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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