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Terrorismo de los laboratorios

jueves, 30 de julio de 2009

Terrorismo de los laboratorios
Autor: Carlos Alberto Gomez Fajardo

Esta expresión, “terrorismo de laboratorios”, dura en su forma y en su contenido, se la debemos nada menos que al pensador don José Ortega y Gasset. En los convulsionados finales de la tercera década del siglo XX el filósofo español se refería críticamente a quienes se dedicaban a las disciplinas básicas del saber, especialmente a los médicos y físicos.
Pocos años después los hechos le darían la razón. Escribía Ortega hacia 1929: “… el médico usa, maneja los resultados de unas ciencias, pero no suele ser, ni poco ni mucho, hombre de ciencia, alma teórica. La buena fortuna, el favor del ambiente social suele exorbitarnos, nos hace petulantes y agresivos. Esto ha acontecido al físico, y por eso la vida intelectual de Europa ha padecido durante casi cien años lo que pudiera llamarse ‘el terrorismo de los laboratorios’”. En el campo de las investigaciones de la vida humana en sus inicios, la legislación europea ha sabido tener la manga ancha, ha sido elástica y ambigua, por no decir francamente manirrota e incoherente. Desde la decisión inicua de la “comisión Warnock” en 1984 que permitió para la Gran Bretaña el uso de embriones humanos en el laboratorio hasta el día 14 -definición arbitraria y carente de motivación científica- los abusos en el tema se han venido acumulando de modo vertiginoso. Después de aquella legislación, las fotocopiadoras de otros países han venido trabajando repetitivamente. Cada año se presentan en los diversos parlamentos “nuevos” proyectos de ley al respecto, como si fueran originales; suelen ser burdas copias de los errores de la citada comisión Warnock, pero eso sí, hábil y oportunamente maquilladas por sus “originales” proponentes. La “Human Fertility and Embriology Authority” de la Gran Bretaña ha respondido dócilmente ante las presiones y cabildeo de quienes manipulan poderosísimos intereses en el campo de la investigación básica. Ahora ha resultado con que da paso a la creación y utilización de embriones híbridos de material genético humano expuesto a las fases iniciales de desarrollo embrionario en óvulos bovinos previamente desnucleados. El pretexto para hacerlo es equívoco: hablan de las expectativas de tratamientos para determinadas condiciones degenerativas. Omiten -eso si lo hacen cuidadosa y sistemáticamente, y en ello comparte responsabilidad el papel de los medios masivos de comunicación- el hecho cierto y documentado de los avances que existen en tal materia mediante el uso de células madre de origen no embrionario, obtenidas por ejemplo de la médula ósea o de la piel de adultos. Esta segunda opción para la investigación genética, menos espectacular que la manipulación embrionaria y menos promocionada ante el público lego, no presenta las objeciones racionales y antropológicas que sí presentan ciertamente las técnicas de manipulación embrionaria humana… Ortega y Gasset se refería a la petulancia y la agresividad. Hoy podríamos añadir a aquella sólida crítica esta otra idea cierta: hay materias en las que no todo lo que se puede hacer en realidad se debe hacer. Hay límites que la razón impone. El afán de manipulación corresponde a un apasionamiento en el poder hacer, a un tecnocentrismo deshumanizante, máxima paradoja en una sociedad que tiene por costumbre reprobar las otras formas de brutalidad, de manipulación, de violencia y discriminación. En genética humana, energía nuclear, ecología, en los temas de ciencias básicas abundan los ejemplos trágicos. No todo es “progreso”; muchas veces ocurre que se pretende confundir a la opinión pública haciéndole creer que la novedad tecno-científica es moralmente aséptica y neutral. No lo es. Detrás están las intenciones de lucro individual o corporativo, y las manipulaciones políticas y electorales: ellas encuentran el éxito mediante el voto basado la ignorancia extendida de quienes eligen y creen entender lo que hacen.

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=64120&imagen=&vl=1&r=buscador.php&idedicion=745

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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