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«Objetar es negarse a matar niños»

sábado, 11 de julio de 2009

«Objetar es negarse a matar niños»

POR ALBERTO LARDIÉS
PAMPLONA. La aparición de clínicas abortistas en Barcelona en las que se trituraba la vida ha devuelto a la primera línea del debate público el aborto, casi convertido en asunto tabú desde hace años. Se comenta mucho sobre los derechos de la mujer, de si tener un hijo o no va a socavar una carrera laboral o personal, de los meses de gestación, de la ley que despenaliza al aborto, pero no se habla tanto de los objetores de conciencia, esa gran mayoría de médicos en España que no está dispuesta a practicar abortos.
¿Por qué? ¿Cuáles son las razones por las que un médico objeta? ¿A qué conflictos morales o éticos se enfrenta? ¿Es sólo una cuestión religiosa, como algunos afirman, o intervienen otros factores? ABC ha contactado con especialistas y objetores para conocer las respuestas.
Un lugar donde el aborto es siempre una cuestión candente es Navarra, única comunidad autónoma donde no se llevan a cabo abortos, ya que en ningún hospital público o clínica privada se acepta esta práctica médica porque casi todos los médicos objetan en conciencia. Las mujeres navarras que desean abortar y cumplen los requisitos legales para poder hacerlo, reciben subvenciones del Gobierno de Navarra para viajar a clínicas privadas de comunidades vecinas donde sí se llevan a cabo abortos. El director del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universitaria de Pamplona, Guillermo López García, apunta varias razones de la objeción de conciencia: «Una de ellas es que entre lo médicos el abortista no está siendo bien visto, y esto ha pasado en todos lo países y está pasando en España, ya que es una forma de actuar mal vista por un lado por los propios colegas y que tiene pocos adeptos desde un punto de vista social».
«Cualquier ginecólogo que haya ejercido o ejerza la profesión sabe que practicar abortos va en contra de lo básico que es el ejercicio de la medicina. La objeción, que también se da y respeta en todos los países, es perfectamente comprensible porque nadie puede obligar a un médico a actuar en contra de su conciencia en temas de este tipo, donde se usan técnicas que no son aceptables desde el punto de vista deontológico», afirma López García, que además añade que la objeción es perfectamente respetable, defendible y que se basa en unos hechos evidentes.
«Todos los que hacen abortos -añade- saben que lo que están haciendo es delicado, es algo grave, lo saben ellos, lo saben las mujeres y lo sabe la opinión pública. Este es un asunto polémico de manera reiterada y que con frecuencia salta a la palestra por muchas razones, ¿por qué? porque en el aborto se sabe que se está eliminando una vida humana. Si fuese un acto médico indiferente no traería estas polémicas a las que estamos asistiendo».
Principios morales y ley natural
El director del departamento de Ginecología de la prestigiosa Clínica Univesitaria de Navarra recuerda que cuando llegó la despenalización, cuando se debatió sobre el asunto, Gregorio Peces Barba afirmó que la ley es consecuencia de la fuerza política que hay detrás. «La ley moral nunca puede ser consecuencia de comportamientos sociales más o menos mayoritarios ¿Podemos admitir que existe una moral objetiva o no? A mí me parece que hay unos hechos fundamentados en la ley natural y que hay unos principios morales que hay que admitir como objetivos, como reales y que hay que respetar. Ahí está el quid de la cuestión en la objeción de conciencia», defiende.
López García está muy acostumbrado a las críticas tópicas cuando se defienden estos postulados, pero él no se arredra y argumenta con pasión. «Cuando dices esto te dicen que esta es una posición dogmática y que te crees que estás en la verdad. No, lo que tiene que hacer el hombre es estar con la verdad, no en la verdad, no ser dogmático. Pero la verdad existe y hay que estar con ella. Esos principios morales son independientes de las creencias religiosas porque se basan en la ley natural, esto es lo que fundamenta la objeción de conciencia», arguye.
En otro orden de cosas, el especialista quiere puntualizar un error terminológico frecuente estos días en los medios de comunicación y apuesta porque se llame a las cosas por su nombre, sin eufemismos que rebajen la gravedad del asunto.«Se habla de mujeres de ocho meses de embarazo que abortan, pero no, eso no es un aborto, es un parto en el que se mata al niño antes o después de nacer, porque eso habría que ver cómo lo hacen, pero un embarazo de ocho meses es un niño perfectamente viable y probablemente sin incubadora. Ya quisiéramos los ginecólogos cuando tenemos un parto prematuro que los niños pesasen lo que pesa un niño de ocho meses», asevera.
«También te cargas al niño con diez semanas o doce, porque claro, todo el proceso biológico del hombre empieza donde empieza y termina con la muerte del individuo, sea con 100 años o a las 12 semanas, ese proceso biológico es continuo. Las diferencias se establecen porque es mucho más llamativo que aborte una mujer de ocho meses de embarazo, pero conceptualmente y biológicamente es lo mismo», explica.
Por último, además de asegurar que la ley del aborto en España «es una ley muerta, que no se cumple» y afirmar que por tanto se está dando una situación de aborto libre, López García se refiere a ese supuesto de la despenalización en el que se habla del daño psicológico de la mujer.
«Esto tiene una explicación muy sencilla, la definición de «salud» de la Organización Mundial de la Salud es «el estado de completo bienestar físico, psíquico y social». Esa definición es absurda, como muchas cosas de la OMS. En este momento, si uno se guía por esta definición no hay nadie sano en el mundo, porque a ver quién es el que se siente satisfecho con su bienestar físico, con el social y con el psíquico. Yo hace años estudié esto en distintos países y lo mismo que se está haciendo en España de firmar certificados en blanco por parte de los psiquiatras estaba pasando en otros países, se da pie a que en los certificados sólo se ponga el sello y el nombre de la mujer».
Resto de España
Pese al especial del caso navarro, en el resto de España el aborto no es habitual en la sanidad pública, ya que el 97 por ciento de los abortos se llevan a cabo en la privada. Y ello se debe a que los médicos objetores no entienden de comunidad de origen, sino que están distribuidos por todo el país, algo lógico si se tiene en cuenta que el propio juramento hipocrático que todos los médicos defienden se manifiesta explícitamente contra el aborto.
En Barcelona, lugar donde se centra la polémica por las clínicas ilegales detectadas por las fuerzas de seguridad, el presidente de los médicos católicos del mundo, José María Simón, afirma que la objeción de conciencia en el aborto es «un derecho natural, porque a nadie se le puede obligar a hacer cosas en contra de sus convicciones más profundas, si a ti te repugna hacer algo es normal que no lo hagas».
Pese a que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional reconozca el derecho a objetar en conciencia -único asunto en el que se reconoce-, para Simón «la objeción no deja de ser algo triste, yo objeto pero otro lo hará, sólo sirve para evitarme un cargo de conciencia, así que es un instrumento que no deja de ser frustrante, si otro quita la vida, lo comido por lo servido».
El presidente del colectivo de doctores católicos no duda en su definición: «La objeción en el aborto es negarse a matar críos, que el aborto no es otra cosa. La gente se ha escandalizado porque han aparecido las trituradoras, pero ¿qué se creían que era?».
Además, otra razón de peso para objetar, más allá de las convicciones religiosas es que con el aborto «también se mata la inocencia de la madre, que lo va a pasar mal muchos años y esto nadie se lo dice, la medicina consiste en servir a la persona íntegramente, en todo momento, no sólo en un momento dado. Las clínicas abortistas son las de la cultura de la muerte y del negocio, porque el aborto siempre se hace cobrando».
Amén de que son mayoría en toda España, otra de las características de los médicos objetores es que son muy reacios a hablar públicamente debido a la presión que sufren si se manifiestan abiertamente en contra del aborto, una presión que puede provenir tanto de diversos grupos sociales como de las propias consejerías de Salud de algunos gobiernos autonómicos cuyos dirigentes están a favor del aborto. Varios médicos consultados por ABC en Bilbao, Pamplona, Madrid y Andalucía han declinado hacer declaraciones públicas pese a que en privado se manifiestan contrarios al aborto porque creen, sencillamente, que «la labor del médico debe ser siempre dar la vida y mantenerla, no quitarla».


http://www.abc.es/20071223/sociedad-sociedad/objetar-negarse-matar-ninos_200712230251.html

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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