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La rampa resbaladiza

miércoles, 29 de julio de 2009

La rampa resbaladiza
Autor: Carlos Alberto Gomez Fajardo

El tema de la “rampa resbaladiza” no suele ser motivo de grandes titulares de prensa; sí lo es, ciertamente, de algunos medios intelectuales y académicos de la mayor seriedad. Se podría expresar la idea de modo simple así: una vez perdido el norte antropológico -el imperativo racional del respeto debido a cada ser humano- se pierde también el sentido de las proporciones y se da paso al inicio de un proceso en el que se precipitan las cosas, de modo vertiginoso e irreversible, hacia la aniquilación y la brutalidad, hacia la imposición de la voluntad del más fuerte sobre el débil.
La historia existe; las cosas sucedieron, aunque a algunos no les interese recordarlas: una vez establecido el partido nazi en el poder, en la deprimida y manipulada Alemania de los años 30, el legislativo se subyugó al servicio de la ideología reinante. Es un dato histórico, cierto e inmodificable, que fueron unas medidas de orden médico, aprobadas por la ley positiva, las que iniciaron el proceso de discriminación de acuerdo a los dictados del utilitarismo materialista entonces también vigente. Se comenzó el proceso de esterilización selectiva de algunos enfermos, se iniciaron los métodos de discriminación racial y se impuso la creación de los tribunales de eugenesia, compuestos por “juristas” y por “médicos” al servicio del sistema. Sólo tendrían derecho a vivir aquellos que el régimen estableciera como deseables y aptos para los fines propuestos por los líderes del momento: después, el exterminio. Las actuales intenciones abortistas y eugenésicas del movimiento feminista extremo, cuyos brazos controlan algunos potentes medios de formación de opinión pública en Colombia, desde hace meses, se tratan de disfrazar bajo el aparentemente dinámico y altruista disfraz de la democracia. Alegan que el aborto es una adquisición de la mujer (un “derecho”) que hace parte de su proceso de liberación de una opresión despiadada y centenaria a la que han sido sometidas. Hay quienes todavía, quizás inflamadas por recónditos y personales traumas, creen tal invento, pues ignoran que es apenas una reedición de la palabrería de Engels. Allá quienes crean hoy en el discurso extremista “de género”; aún, si desean hacerlo, podrían corregir sus prejuicios o al menos evaluarlo con mayor seriedad y discernimiento si conocieran los antecedentes históricos que lo sustentan y que vienen, desde años atrás, ganando adeptas para ser usadas con fines electorales. Véase como ejemplo, el caso de Hillary Clinton, ahora ambiciosa activista “pro-choice”. Con la imposición del aborto no se logra “avanzar” en los procesos legislativos. Apenas se re-editan los errores antropológicos y jurídicos que legitimaron la aniquilación de los débiles y los inocentes por medio de un sistema legal que se subyugó a imperativos de una ideología utilitarista y que olvidó deliberadamente el principio más nuclear de la democracia: los seres humanos, todos, somos iguales en dignidad. Debemos respeto y consideración, con mayor razón, a quienes se hallan en estado de fragilidad y debilidad. La democracia no consiste en la aniquilación de quienes no pueden hacer escuchar su voz. Precisamente, por el contrario, consiste en el compromiso de quienes vigorosamente pueden actuar en el empeño indefectible de manifestar el respeto por la vida de todo ser humano sin discriminación de ninguna naturaleza. No es lógico que el activismo anti-vida humana sea presentado simultáneamente como parte de un proceso democrático y participativo: es lo contrario. Es una nueva y proteica expresión de la rampa resbaladiza del totalitarismo amparado en la ley injusta que aniquila a la persona humana pisoteando su dignidad.

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=38873&imagen=&vl=1&r=buscador.php&idedicion=454

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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